Como la pucha al PUCHO

Lluvia y auto es algo que no conviven demasiado bien.
Mientras el parabrisas se me empañaba y cada vez veía menos, un semáforo me detuvo en Cabildo y Juramento. Esquina compleja y aun más a las seis de la tarde. Buenos Aires es un caos, ya sean “dos gotas locas” o que caigan piedras de tamaño de una pelotita de golf-por no decir del tamaño de una pelotita de hule para perro, que también seria una descripción acertada-.
Lo que dura un semáforo, que puede ser una vida, me mostró gente que cruzaba como quería, cuando quería, sin mirar, autos que usaban la bocina con la misma naturalidad que se puede uno rascar la cabeza, colectivos repletos de gente en contramano y cruzando en rojo casi amarillo, policías chamuyandose una mina en la esquina y mirando con asco a pibes que solo piden monedas; y entonces pensaba en los hospitales públicos que no tienen camas para atender a quien no puede pagarse una obra social privada, que se mueren y que sufren, en los profesionales que se compran una taxi entre varios porque su profesión no paga bien, en los mismos taxis que andan con las luces de posición de noche y no se los puede ver bien, en los chorros de todo tipo que se están quedando con nuestra libertad, en la mugre que hay en la calle. Y mientras tanto se prohíbe fumar en lugares cerrados públicos y semi públicos- dicho sea de paso esta muy bien-, pero me siento un boludo, y ¿por qué? Si ni siquiera fumo. Será que otra vez le pusieron desodorante a la mierda en donde vivimos para que huela linda por un tiempo y nos parezca que estamos en NU SHORK BOLOO!!!!! Re cheto ¿viste?
Verde. Mientras me bombardean a bocinazos y a luces desde los autos de atrás por que me colgué y no avanzo digo: “esta bien, por algo hay que empezar aun que sea como siempre acá en este rincón del planeta, por el final”.
Entro a casa después de que el espejo del ascensor haya sido muy cruel con mi silueta; tiro todo lo que llevo encima donde puedo para aportar al caos del orden en mi departamento, me siento a escribir.
Para que te lo imagines después de este punto que voy a poner al final: me paro de mi sillón, voy a la heladera, me abro una cerveza y tal vez si tengo suerte me deje de importar porque de última yo cojo con panza gracias a haber dejado de fumar y talvez a partir de ahora seamos muchos más.